Motos rusas

Pues eso...

En un Pueblo de nuestra España Profunda -allá por los años 50?- el párroco cayo enfermo, con gripe claro.
A mediados de semana, como peligraba la celebración de la Misa del domingo, el clérigo llamó al sacristán y al monaguillo a capítulos.
-?Mirad, como yo no puedo celebrar porque el médico me ha prohibido levantarme de la cama, y los feligreses no se pueden quedar sin Misa, vamos ha hacer una cosa:
La vas a celebrar tu, Ambrosio ?que era el sacristán- y tu Manolillo ?el monago- le asistes, que eso ya lo haces bien?, les propuso el cura.
-?Pero Padre, yo no estoy muy ducho en eso de la Misa, y menos en el Sermón, que usted dice tan bien?- alegó el sacristán.
-?No debes preocuparte, yo te digo la página de la Biblia que debes leer, y Manolillo desde detrás del púlpito que te apunte, para que no digas ninguna barbaridad, y listo, total, la gente tampoco está tan puesta...? le contestó el sacerdote. 
Así quedaron. Y llegó el domingo.
La celebración de la Misa fue bastante bien, aunque con algunos errores que ponían muy nervioso al acólito, pero los parroquianos no se quejaban demasiado...
Llegó el momento del sermón, el sacristán subió al estrado y empezó a leerlo...
-?Querido hermanos:
-?En aquel tiempo, fue avisado Jesús de la muerte de Lázaro. Al llegar a presencia del difunto, dijo El Señor:
-¡Lázaro, levántate y anda!?
-?Y Lázaro, se levantó y andó?.
El ?rapavelas?, desde detrás de la peana, con el original del discurso en la mano y ante el nuevo desliz de Ambrosio, la espetó:
-?¡Anduvo, jodido, anduvo?!
Ambrosio, advirtiendo la errata trató de enmendarla diciendo:

-?¡Bueno, anduvo jodido unos días y luego andó!?